Arte Joven Colombiano 2005 por Maria E. Ardila

Arte Joven Colombiano 2005 por Maria E. Ardila

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ARTE JOVEN COLOMBIANO 2005

Por María E. Ardila, curadora del Museo

El arte de hoy en Colombia ha expandido sus límites, se conecta con la tradición y la transforma, se entrelaza con la vida, con lo trascendente, se compromete con la ciudad, dialoga con la historia del arte, se preocupa por las coordenadas históricas del país, pero al mismo tiempo aborrece su historia, inquiere, expande y recupera las técnicas. Las nuevas prácticas artísticas ofrecen un espacio de reflexión en torno a las múltiples posibilidades y visiones que los artistas poseen en este momento.

Por estas razones, para el Museo de Arte Moderno era una necesidad categórica abrir un espacio dedicado exclusivamente al arte joven este año; un punto de encuentro para las diversas manifestaciones de una nueva generación que empieza a trazar su propio camino.

En su mayoría, estos artistas son recién egresados de facultades de arte, especialmente de Bogotá, y otros están concluyendo su carrera. Esta exposición fue concebida para dialogar con un grupo representativo de jóvenes, y así poder señalar sus procesos y pensamientos. Conduce esencialmente a una conversación visual y verbal con los creadores y con las obras, a través de la percepción y del pensamiento de cada artista seleccionado.

La articulación de la exposición tuvo como punto de partida el regreso a preguntas básicas: qué y quién, a la observación de obras y al diseño de una entrevista, cuyas preguntas se pueden consultar en la página del Museo www.mambogota.com.

La intención de preguntar ¿qué es arte? era desplazar el arte de su categoría para que dejara de ser un problema trascendente que lo ubica en estado nirvánico, intocable y etéreo, o una idea platónica de modelos estéticos que se refieren a la sustancia, a sustantivos, modelos que nos remiten a una idea sagrada e invulnerable.

Al realizar esta pregunta, la palabra arte se coloca en un plano profano en el que el arte se constituye y cobra sentido en el pensar y en el hacer. Deleuze nos hace pensar en que ese modelo ideal se puede reemplazar, subvertir, pues ya que gracias a la coexistencia de múltiples realidades, es imposible hablar de absolutos; los dogmas y los axiomas pueden cambiar, trasladarse y desmitificarse, reafirmando que el arte se realiza desde el pensar y desde el hacer de cada quien.

Por su parte, la pregunta ¿Qué es arte para usted en este momento?, resultó para algunos inusual e irreverente, y dio como resultado una complejidad de acciones, verbos tales como: conectar, reinventar, traducir, interactuar, problematizar, producir, hacer, así como respuestas conectadas a la vida y a una percepción más aguda, que observa el mundo como un tejido en filigrana. Es decir, que arte en este momento es sinónimo de acciones, movimientos, desplazamientos.

La primera pregunta, ¿qué es arte?, condujo a la pregunta por el in dividuo, el quién: ¿quién es el artista, en este momento, desde su propia interiorización? Siendo él quien produce una visión más amplia, plural y/o individual que nos remite a circunstancias concretas, a la cotidianidad; que abre un laberinto con diversas posibilidades, una circularidad con un trazado complejo en el espacio. Ese artista que como un vidente, a veces como Casandra, pues la sociedad en general no percibe como ellos, puede ver más allá de lo superficial, privilegiado desde su mirada, desde su agudeza, con una percepción refinada para transgredir y complejizar el modo de observar y de hacer las cosas.

De este modo, Arte Joven 2005 presenta posibilidades alrededor del quehacer del artista, del pensamiento, del oficio, y de la misma praxis. La exposición realiza trayectos transversales, que se conectan entre ellos, coincidiendo en las respuestas pero atravesando sus di vergencias, sus modos de proceder. Asimismo, esta muestra nos remite al público, a ese el otro, al espectador que hace posible la exposición y que da la posibilidad de múltiples lecturas, de puntos de vista.

Ese otro que puebla el mundo y relativiza nuestras percepciones, siguiendo a Deleuze. En este caso, a través de sus respuestas, el artista aproxima al público no sólo a la recepción de imágenes sino también a sus procesos, su pensamiento y al sentido de sus obras. Así, ¿qué es arte? y ¿quién es el artista? son interrogantes que nos trasladan a ¿qué y quién es el ser humano? Preguntas que buscan ese algo paradójico que nos diferencia y nos identifica como seres humanos.

Las respuestas de los artistas y la observación de las obras condujeron a ciertas líneas de acción, ciertos códigos que facilitan una lectura que pretende hacer un puente entre la obra y el público, pero que al mismo tiempo permite al espectador realizar sus propias travesías.

El primero fue la elección de un tema como el paisaje que parte de un recorrido de la ciudad y simultáneamente de una nostalgia romántica por la naturaleza, de un análisis sobre el individuo y su entorno. De este modo, se crean los simulacros de Paisaje y Contrapaisaje `Futuro aceptado, de Byron Sotelo, es una obra que toma las baldosas del piso para imprimir por medio de serigrafías la reproducción de un campo verde, creando confusión entre lo real y lo ficticio.

La intervención en una ventana por parte de Juliana Silva con su obra Jardín de Eva, una enredadera hecha de pastillaje que crece y trepa por el museo o un escenario donde intervienen lo público y lo privado, el paisaje- se transforma, se reduce por elementos culturales, por ejemplo una reja impuesta sobre una ventana que encuadra el cerro de Monserrate, de Camilo Ordóñez.

En este momento, se podría afirmar que la naturaleza le tiene que pedir permiso al concreto para existir. Los paisajes son alterados por la ciudad y por la percepción de diferentes miradas; cabe anotar que la presencia del el ser humano está presente en la ausencia, en las huellas que deja a su paso.

La idea de la naturaleza representada en el paisaje del siglo XIX, en el que hombre se minimiza frente la exuberancia de lo natural, es devorada en este momento; la naturaleza queda supeditada a esos contrapaisajes, a los recorridos y a las lecturas de la calle, de las urbanizaciones que se tragan la naturaleza, de la mirada que permite una reja, o de esos paisajes ficticios que se construyen a partir de la desolación de territorios, como el cambio que se dio específicamente en la carrera 30 para realizar los corredores de TransMilenio registrados por la fotógrafa Adriana Bernal.

El segundo código se ha denominado Narraciones íntimas, relatos que se estructuran en función del artista que desarrolla una narrativa a través de sus obras, un universo de situaciones, a veces de tipo autobiográfico, en el que exponen su intimidad; sus obras son diarios personales donde confluyen diferentes valores, su dimensión con templa disquisiciones sobre el individuo, tal es el caso de Daimon, proyecto fotográfico de Erika Diettes en el que la artista realiza un registro de su hermana diagnosticada con esquizofrenia. Para la artista, fue en primera instancia un acto doloroso que le permitió realizar una catarsis; además le ha permitido encontrar un estado para estos seres indefinibles que conviven diariamente con todos nosotros.

A su vez, 20 días especiales, de Santiago Leal, es una poética de lo cotidiano. Con esta obra, el artista registra obsesivamente su hábito de tomar té, las bolsas conducen a un proceso de secado y de manipulaciones por medio de las cuales logra una serie de dibujos, con esta práctica se evidencian los rituales diarios y se deja una rastro que como el hilo de Ariadna nos permite descubrir vestigios de su vida.

Para Diana Mercado, el estar sentada al lado de su mamá y verla coser diariamente cuando era niña, la hace concebir una serie de dibujos intervenidos por el hilo, como Sastre de Policarpa, que habla de su yo personal, del entorno de familiar, de una historia construida a partir de una modista, ejemplo de tantos hogares de nuestro país.

Arte sobre Arte, el tercer código, realiza un tránsito por la historia del arte, nos remite a un eterno retorno de lo que ya se ha hecho; una admiración un tanto insolente que permite reinventar los íconos, una mirada crítica y nostálgica. Son obras que se construyen como una postproducción, a partir de imágenes reconocidas, realizan nuevas lecturas que entrelazan con sus percepciones e interese personales.

Estas obras quieren volver a señalar, a significar, se reinventan, por ejemplo el Monte de Santa Victoria, pintado constantemente por Cezanne, a lo largo de su vida, es tomado como referente por León García para registrar en un solo día una serie de fotografías, con las que, como un impresionista captó los diferentes cambios atmosféricos y de luz, actualizando las reflexiones del pintor en torno a la naturaleza como fuente de todo principio activo.

Próxima estación, de Jorge Méndez, animación digital que parte del Guernica deconstruido y atravesado por varias obras de la historia del arte que se refieren a la muerte, como los fusilamientos de Goya, o las fotografías reconocidas de los niños de la guerra del Vietnam, nos hacen ver las atrocidades que puede cometer el ser humano.

Sólo en el siglo XX, alrededor de 191 millones de personas perdieron la vida en conflictos armados y la animación nos muestra un vía crucis por estas guerras que termina con el registro de la Violencia de Obregón, cuadro emblemático de la historia trágica de Colombia.

Es así como finalmente en Arte Joven 2005 está presente la mirada introvertida que incursiona sobre los episodios más oscuros de la historia colombiana reciente, el Contexto está presente en la exposición, un término que se puede definir como la relación del artista y su entorno, su medio, lo social, lo cultural e histórico; por ejemplo, el asesinato de un personaje como Jaime Garzón y a la mediación de este suceso, a través de los medios, son tomados como punto de partida para la obra Repudio, de William Martínez, una obra crítica y reflexiva sobre el asesinato y la información que se transmite.

Por su parte, Juan Carlos Garzón realiza un paisaje que se remite a una cordillera, a la geografía convulsionada por la guerra, construida a partir de fósforos, obra que produce una tensión y presenta una pulsión de muerte, como si en cualquier momento un polvorín fuese a estallar; la noción de geografía y de territorio cambian en términos de la violencia.

Arte Joven 2005 no puede desprenderse de la herencia de las vanguardias, de Marcel Duchamp por supuesto, del arte cognitivo y relacionado con el ser humano que transmitió Beuys.

De los artistas que insisten en el acercamiento a la sociología y al trabajo de campo, al igual que de los nuevos medios, que son conscientes de que ciertos temas de nuestra historia pueden adquirir un tinte amarillista que se explota internacionalmente, si no se plantean con rigurosidad y cautela.

La exposición quiere recuperar el Yo de los artistas, las lecturas del público, pretende de alguna manera transformar y crear sentido, proveer nuevas posibilidades para abordar el mundo propio y el de los otros.

Arte Joven 2005 invita a contemplar y diversificar la mirada, a en tablar un diálogo conectado con los sentidos, la intuición, la cultura, las otras disciplinas y con la vida de cada uno de nosotros.

Tomado del periódico El Tiempo, 19 de noviembre de 2005